Una reflexión
Después de una de las sesiones de Reiki estaba hablando con un cliente sobre la importancia del amor a uno mismo. Y me ha dicho que eso es egoísmo y el amor hay que entregar a los demás y no a sí mismo.
Decidí compartir esta reflexión por si alguien piensa de la misma manera.
Cuando viajamos en un avión y nos dan las instrucciones sobre como poner las mascarillas de oxigeno, a los pasajeros con niños les dicen colocar primero la mascarilla a si mismo y después al niño. Porque si te desmayas no habrá nadie quien pueda salvar a tu hijo. Lo mismo pasa con el amor. Para poder compartir tu amor con los demás, primero debes de llenar tu corazón con el.
Cuando tú te amas - cuidas tu cuerpo, comes sano, haces ejercicio, te das caprichitos para mimarte; cuidas tu mente, aprendes cosas nuevas para mantenerla ágil y positiva.
Imagina que tu alma es como un cuenco que cada día lo llenas de amor que sientes por ti. Cuando se llena empieza brillar e iluminar todo a tu alrededor. La gente se siente atraída por tu luz y te sientes tan feliz que quieres compartir esta felicidad con todo el mundo. Y entonces empiezas a amar y compartir esta luz con los que están alrededor tuyo. Este amor es limpio, luminoso y sanador.
En cambio cuando no te amas a ti mismo, tu cuenco esta vacío y lo intentas llenar con cosas externas, exiges a otras personas que te llenen de algo que tu mismo no eres capaz de darte y nunca parece suficiente. Construyes relaciones amorosas basadas en amor-apego. De ahí viene la desconfianza y celos que sentimos. Queremos amarrar a otra persona a nuestra vida, controlarla, es ahí donde empezamos a sufrir.
Cuando notas primeros indicios de dolor en vez de cargar contra la persona que está a tu lado, empieza por llenar tu cuenco. Ámate mucho para que se te quiten las ganas de tener controladas tus relaciones. Mímate, consiéntete, abrázate y declárate el amor eterno. Siente como tu corazón se ilumina y tu vida se llenará de magia ♡
